1. La temperatura no es tan extrema como parece: En invierno rondan los 0ºC en el Sur y -10ºC en las tierras altas, cuando en Noruega, por ejemplo, pueden llegar a -40ºC.
2. Te puedes hasta bañar: Al ser un país con abundante energía geotérmica es posible bañarse en lagunas y piscinas geotermales, como la famosa Blue Lagoon, o incluso hacer snorkeling entre las placas tectónicas norteamericana y euroasiática.
3. No escatiman en calefacción: Del suministro energético total, el 65% deriva del uso de las anteriormente nombradas fuentes geotérmicas, que se obtienen a partir del aprovechamiento del calor natural que habita en el interior de la Tierra y se transmite por medio de los cuerpos de roca caliente. Gracias a esto los alojamientos y locales no escatiman en gastos de calefacción, así que no tendrás que preocuparte por el frío cuando estés bajo techo.
4. Descubre las Auroras Boreales: En invierno es posible presenciar un mágico fenómeno atmosférico: las auroras boreales. Estas se pueden observar durante la noche cuando la actividad solar es alta y los cielos están despejados, entre los meses de octubre y abril. Viajar en invierno significa poder experimentar en primera persona el baile de las auroras boreales con solo mirar hacia arriba.
5. Paga menos: Otro punto a favor es que la temporada baja permite a los turistas desembolsar una menor cantidad de dinero en su viaje, algo que se agradece ya que Islandia no es un país barato.
6. Captura imagenes de ensueño: Este punto tiene que ver con las horas de luz. A partir del solsticio de invierno y hasta Enero las horas de sol no sobrepasan las 4 horas. Esto puede frenar a algunas personas, pero que el sol no llegue nunca a su punto más álgido también es parte de la experiencia. Esta característica es muy atractiva para los amantes de la fotografía que no tendrán que esperar al amanecer o atardecer para hacer fotos con una luz adecuada, sino que la luz tenue será permanente durante todo el día.
7. Adéntrate en una cueva de hielo: Las cuevas de hielo son posibles solo en invierno. Se crean de forma natural en los glaciares, como el Vatnajökull, el segundo glaciar más grande de Europa, debido al agua caliente que transcurre por dentro. Estas cuevas pueden colapsar y desaparecer, así como crearse otra nueva a medida que el glaciar crece/avanza. Es recomendable visitarlas con un profesional que pueda guiar al turista y velar por su seguridad.